Educar a un niño zurdo

“Todos hemos tenido en la familia casos de zurdera, algunos han generado frustración, ansiedad o falta de confianza a la hora de realizar actividades como recortar, escribir, teclear, sacar puntas, coger la cuchara o atarse los cordones”. De hecho la forma de comprobar si un pequeño es zurdo o diestro consiste en dedicarles tiempo a observar cómo va evolucionando su preferencia manual, es decir, viendo qué mano, pie u ojo utiliza cuando realiza acciones espontáneas: sujetar el chupete, pintar con los dedos, mirar por un objeto, limpiar una superficie, peinarse, saltar sobre un pié, cepillarse los dientes… No cabe duda de que, hoy en día, la lateralidad se acepta y considera dentro de patrones normales establecidos, ya no es signo de torpeza, simplemente hay que enseñarles a desenvolver en un mundo pensado y diseñado para los diestros, esto último sí hay que tenerlo en cuenta, pues, no somos conscientes, en gran medida, de los posibles daños colaterales que se puedan estar produciendo en el desarrollo global del niño que desarrolla cualquier manifestación lateral.

La lateralización se define como el proceso crucial en el aprendizaje de la lectoescritura y la completa madurez lingüística, por ejemplo, la enseñanza de las consonantes /p/, /q/, /d/ o /q/ exige cierta conciencia de predominancia de un hemisferio cerebral u otro; si el alumno no la posee jamás podrá proyectar al exterior su lateralidad y le dificultará la diferenciación e identificación de las grafías. Asimismo, lectura y escritura resultan ser logros cognitivos que se producen visualmente de izquierda a derecha.

¿Cuándo se consolida la lateralidad? Justo en el inicio de los mecanismos del lenguaje en sus dos modos, pre-lector, pre-escritor. El momento del aprendizaje de la escritura suele ser decisivo en la detección de alteraciones en la misma. El papel de la zurdera va asociado comúnmente a dislexia y disortografía, además, a un trastorno del lenguaje y motriz. Se hace difícil precisar un diagnóstico antes de los cinco años, el niño se siente capaz de entender su derecha o izquierda sobre sí mismo justo a los seis años pero no respecto a los demás. Cuando hablamos de lateralidad no concierne sólo a las actividades manuales sino que engloba la coordinación en tres dimensiones: mano, ojo y pierna.

Pruebas de velocidad, mirada y puntapiés a balones corroborarán la determinación lateral en los tres niveles mencionados. Siempre hemos de estar guiados por el equipo de profesionales interdisciplinares, psicopedagogos, psicólogos, terapeutas, padres y demás docentes implicados. De todo esto se desprende que, nosotros, en calidad de tutores y tutoras, debemos estar en comunicación constante con el entorno, así seguiremos líneas paulatinas de actuación conjuntas, conociendo a fondo los motivos de la decisión y evitando bloqueos o inhibiciones del alumno zurdo en el aula.

Dentro del ámbito didáctico, la tarea más importante del maestro durante el tratamiento vendría vendría marcada por la vigilancia del buen uso y la aplicación correcta de la lateralidad, ofreciendo modelos alternativos, sin confundir ni obligar, controlando si surgen ineficiencias o detectando otras patologías vinculadas que perturben el ritmo normal de aprendizaje según patrones de corte evolutivo y psicopedagógico.

Proponemos, a continuación, algunos ejercicios para lograr esa acertada lateralidad en el periodo preescolar además de propuestas creativas y dinámicas que encontramos en el mercado:

  • Manipular con su mano derecha la mitad derecha de su cuerpo comenzando en cabeza, ojo, oreja, cuello y tronco.
  • Llevar diariamente una cinta de color en la muñeca derecha.
  • Identificar la mitad derecha e izquierda en su propio cuerpo, en el de su compañero y en su imagen frente a un espejo.
  • Hacer movimientos oculares de izquierda a derecha y tareas unilaterales.
  • Leer carteles de imágenes de izquierda a derecha, distinguiendo los dibujos.
  • Trazar líneas horizontales, verticales y con cambios de dirección.
  • Hacer dibujos simultáneos: utilizando dos hojas de papel, el niño hará círculos paralelos en las dos hojas y con ambas manos.

¿Podríamos seguir pautas de actuaciones concretas con padres y madres de niños o niñas zurdos? Pues sí, por ejemplo, que no les obliguen a cambiar de mano, les guíen como un espejo, se hagan de herramientas de trabajo como reglas invertidas, cuadernos de espirales contrarias, libros para colorear adaptados, teclado con bloques numéricos y teclas de desplazamiento ubicados en la parte izquierda del mismo, fabricados especialmente para la mano izquierda que les faciliten su actividad cotidiana. Coordinación e intercambio de comunicación e información fluida con los profesionales que les ayudan en el colegio permitirán la colaboración entre todos los implicados en el desarrollo del niño.

Actuar, en definitiva, con cautela en los comentarios, decisión firme, apoyo, voluntad e incentivos con la intención de entender esta parte del desarrollo psicomotriz como algo natural y no forzar la lateralidad del alumno pues conllevaría conflictos, quizás innecesarios, así lo apunta Jane M. Healey, neuropsicóloga infantil y autora del libro El niño zurdo: “Cambiar las preferencias laterales del niño puede conllevar a desventajas, como dificultades para distinguir la derecha de la izquierda, trastornos en la escritura, dislexia e incluso tartamudez”.

Por M.ª  Carmen Moreno

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